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sábado, 23 de febrero de 2008

ETA atenta contra la Ertzaintza con una bomba trampa en Bilbao


ETA preparó esta mañana una nueva trampa contra la Ertzaintza -la segunda en poco más de tres meses-, pero las precauciones adoptadas por los artificieros de la policía vasca evitaron que se registraran daños personales. Los únicos daños fueron los sufridos por el robot empleado para las operaciones de neutralización del artefacto.

El atentado se produce apenas cuarenta y ocho horas después de que el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, anunciara la puesta de las Fuerzas de Seguridad en situación de máxima alerta antiterrorista ante el temor de que ETA intentara llevar a cabo algún asesinato antes de las elecciones.

La bomba estaba metida en una caja depositada en una ventana de la caseta de un repetidor de televisión y comunicaciones situado en el monte Arnotegi, de la capital vizcaína, un repetidor que ya había sufrido otros dos atentados, el primero de ETA, el 15 de diciembre de 1978, y el segundo de la "kale borroka", el 24 de diciembre de 1997.

El comando etarra responsable del atentado hizo los preparativos del atentado muy temprano, pues a las nueve menos diez de la mañana ya estaba la bomba colocada y los autores lejos del repetidor. A esa hora, un hombre que dijo hablar en nombre de ETA llamó a la centralita de la Asociación de Ayuda en Carretera (DYA) de Vizcaya, comunicó la colocación del artefacto en el repetidor de Arnotegi y anunció que la explosión se produciría a las diez de la mañana.

Agentes de la Ertzaintza y de la Policía Municipal se trasladaron de inmediato a la zona indicada, cortaron los accesos y comenzaron a inspeccionar los alrededores del repetidor adoptando las máximas medidas de seguridad ya que todos los cuerpos policiales tienen presente la trampa que ETA preparó el pasado 11 de noviembre en el palacio de Justicia de Getxo. En aquella ocasión, ETA colocó un artefacto dentro de una mochila depositada de forma visible en la puerta del edificio, mientras ocultaba una segunda bomba en una papelera situada enfrente.

Los terroristas avisaron de la existencia de la primera bomba para atraer a los artificieros de la Ertzaintza, pero silenciaron la segunda que, por fortuna, no estalló debido a un fallo. De haberse producido la explosión, los agentes que intervinieron en la desactivación de la primera bomba hubieran podido ser alcanzados por la segunda.

La inspección en el monte Arnotegi condujo a la localización de la caja sospechosa en la ventana de la caseta que alberga los equipos que suministran energía eléctrica al repetidor. La hora anunciada por el comunicante a la DYA pasó sin que se produjera la explosión. Los artificieros de la Ertzaintza decidieron dejar pasar un margen de tiempo por si había algún tipo de fallo en el temporizador o por si estaba programado para una hora distinta a la anunciada con el objetivo de sorprender a los desactivadores.

Poco antes del mediodía, los especialistas de la Unidad de Desactivación de Explosivos (UEDE) de la Ertzaintza enviaron un robot teledirigido para empezar las tareas de desactivación de la bomba. La máquina se acercó a la ventana y movió la caja que contenía tres o cuatro kilos de explosivo. Fue entonces. un minuto antes de las doce, cuando se produjo la detonación que dañó al robot, pero no alcanzó a ninguno de los agentes.

La explosión, que se escuchó a varios kilómetros de distancia, levantó una columna de humo y provocó desperfectos en los equipos repetidores. La Policía Municipal de Bilbao perdió dos de los canales utilizados para las comunicaciones internas.

Las circunstancias de la explosión hacen sospechar a la policía que la bomba, en lugar de estar preparada para estallar mediante un temporizador a la hora anunciada, estaba equipada con un sistema antimovimiento que provoca la activación cuando el artefacto es movido. Los artificieros, en sus operaciones para neutralizar las bombas, tienen que mover y manipular obligatoriamente los explosivos, por lo que ese tipo de mecanismos constituyen una trampa peligrosa que ha costado la vida a numerosos miembros de los equipos de desactivación.

Uno de esos sistemas trampas antimovimiento causó la muerte al artificiero de la Ertzaintza Luis Hortelano García y a los del Cuerpo Nacional de Policía Manuel Jodar Cabrero y José María Sánchez García cuando trabajaban para desactivar un coche bomba en el barrio bilbaíno de Zorroza el 24 de mayo de 1989.

La explosión registrada esta mañana en Bilbao es el segundo atentado terrorista de ETA en lo que va de año después de que el pasado día 7 estallara un artefacto en el edificio de los Juzgados de Bergara causando importantes daños materiales. La bomba de Bergara estaba compuesta por quince kilos de explosivo repartidos en dos mochilas que fueron colocadas en la sede judicial poco antes de la medianoche por un individuo que fue grabado por las cámaras de seguridad.

Además, el pasado 31 de enero se frustró otro atentado en Getxo al ser localizado un barril de cerveza con una bomba de carga hueca colocada en su interior, que estaba preparado para una acción terrorista, a falta de colocarle el sistema de iniciación.

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